sábado, 22 de septiembre de 2007

La Noche en Blanco

La Noche en Blanco es una fecha cultural ideal, con arte para todos, y además gratis. Digo que es ideal porque se te hacen los ojos chirivitas al leer todo el abanico de posibilidades que se te abre a modo de cola de pavo real interminable; en cambio, en la práctica la Noche en Blanco fue más bien "Noche en Gris" debido a la lluvia incesante, las interminables colas y las aglomeraciones, no sólo ya en los recintos cerrados, ¡sino en plena calle! La Gran Vía estaba cortada al tráfico, pero para moverte entre la riada de hormiguitas tenías que armarte de paciencia y echarle 10 minutos más de lo habitual. Acabé poniéndome negra. Al final, ni Teatro Real ni Thyssen, y hasta para entrar a ver Athlete en FNAC nos costó lo nuestro (se suponía que no los conocía ni su padre).


Pasamos muchísima vergüenza ajena con las muestras más genuinas de grupismo avanzado por parte de ciertas individuas que, teniendo en cuenta que el escenario estaba a ras de suelo, se pusieron a posar junto al cantante para retratarse no una, sino muchas veces cada una, como si estuvieran haciéndose fotos delante de la Puerta de Alcalá o la de Brandemburgo, solo que era una que estaba tocando la guitarra y cantando para doscientas personas. ¿Os imagináis que la Puerta de Alcalá cantara la canción de "La Puerta de Alcalá"? No se les ocurrió, pero seguro que habría tenido éxito. Para el año que viene lo propongo, o escondo grabadoras gigantescas en los setos para que se reproduzcan solas durante toda la noche. O secuestro a Ana Belén y la escondo en los setos.

Arturo quedó muy contento, porque cuando llegamos a la sección de literatura infantil de FNAC, el taller de cómic acababa de terminar... Qué puñeteros, las sillas y mesitas infantiles habituales las tenían recogidas.


Antes de todo eso, Ismael Serrano, el más campechano por antonomasia, había dado un concierto y firmado hasta que le doliera tanto la mano que tuvieran que resucitársela con electroshock. Claro, es que ser campechano no es de gratis. La fama cuesta. Quien no lo notó tanto fue el bajo de Athlete (no hablo de estaturas), que se paseó por el vestíbulo de FNAC y vio por las pantallas el concierto de Calima (de uno de Ojos de Brujo, nominado a los Grammy Latinos) desde un placentero anonimato (teórico, también, porque hacía una hora yo había visto la carátula del disco y lo reconocí; espero que mi don para la fisonomía no se esfume el día en que me vea en una rueda de reconocimiento). En mi opinión estaba controlando por el rabillo del ojo si alguien lo observaba, al principio debe de ser un fenómeno divertido pensar que haya gente que venga a "verte" o "escucharte" pero sin conocerte personalmente. "Pringaos... estoy a vuestro lado, entre la muchedumbre, y ¡ni me reconocéis! ¡Aprovechad, hombre! En cinco minutos estaré sobre el escenario y me aclamaréis, jajaja". O sea, que antes de adoptar su papel de estrella del rock, se da un baño de masas. A todos les debe de gustar jugar a hacerse los accesibles, ¿eh? No falla, la vena popular se manifiesta (de cuando en cuando) en todos los famosos. Ahora, que para alcanzar el nivel de campechano, ¡eso no basta!

Lo que sí nos basta al resto de los mortales son un TOTP, una botella de agua, una lata de Coca-Cola, unos churros con chocolate, una birra, un sándwich mixto, una Esther, una Irene, un Arturo, un Ernesto, una Pau, una Be. Cualquier cosa menos salir elegir el mismo día del año para culturizarnos que todos los borregos de España. Que es que somos como animales.

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