martes, 29 de mayo de 2007

Impresiones

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  • Las comidas familiares de los domingos siguen siendo un éxito. Espero que los landlords no les hagan sacar el jacuzzi que encontraron en la calle y plantaron en el patio. Entre eso, y la barbacoa, el verano se perfilaba sabroso.
  • Muy bonito lo de las lluvias en Madrid. Embalses a casi el 85%. Pero digo que no era necesario que el granizo rompiera las persianas de mi casa. Vamos, digo yo.
  • ¿Cómo pueden estar debatiendo si levantar el veto a la caza de ballenas con fines comerciales? ¿En qué puñetas están pensando? ¿Soy la única que se da cuenta de que en 20 años estarán extinguidas o en grave peligro de nuevo, y entonces llorarán y retrocederán sobre sus pasos? Como si no fuera suficiente con las que se cazan de forma ilegal...
  • El tiempo meteorológico está como una regadera. No es normal que tengan en Bélgica el abril más caluroso de su historia, y que a finales de mayo esté nevando en los Alpes...
  • Lola en modo marmota: acostarme a medianoche y despertarme mi reloj interno a las 10:50, CADA DÍA. Moriré pronto, eso seguro. Dicen que la clave de la longevidad reside en comer poco y dormir como máximo ocho horas (lo que yo decía). Duermo "como un cesto de gaticos al lado de una estufa".
  • Zodiac me gustó, aunque por momentos se hiciera interminable (y eso que hay saltos temporales de "un año después", "dos años después", "siete años y medio después"... Glub). Mark Ruffalo hace un buen papel, y Jake Gyllenhaal tiene una voz más que dulce en versión original (me enamoré de ella en Donnie Darko), de esas que te llaman para venderte una enciclopedia o un pelapatatas y acabas comprándolo sólo por prolongar la conversación, bajo su hechizo. Resulta espeluznante pensar que , por una parte, el film esté basado en hechos reales; por la otra, que haya gente tan pirada de la cabeza suelta en la sociedad, y que no se les consiga encarcelar "por falta de pruebas".
  • La Freebox que no funciona. Mañana perdiendo el tiempo, dolor de estómago, histeria. La base de datos terminológica sigue esperando (se conoce que An De Jonghe también).
  • Paris Match: Jude Law dirigiéndole una mirada amorosísima a Norah Jones en una sesión de fotos (en internet no la encuentro). Yo no podría salir con un actor tan bueno: acabaría creyéndomelo todo a mi pesar.Image Hosted by ImageShack.us

[Suena: Work, work, work - The Rakes]

domingo, 27 de mayo de 2007

C'est la vie

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Pues eso.



[Suena: You Never Can Tell - Pulp Fiction OST]

De ti para mí

"Por los sutiles matices de nuestras dudas despejadas
Por nuestra bella divergencia y nuestra complejidad
Por la felicidad infinita de tu piel sobre la mía
[...]
Por las fuertes peleas que nos quemaron las alas
Nuestra ternura oficial y nuestras fugas instintivas
[...]
Por los numerosos tormentos que tan a menudo esquivamos
Y por todos los siguientes en que te echaré de menos

Te dejo"

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Pour cette drôle de barque qu'un jour nous avons prise
ne croyant plus qu'en nous et en nos lois habiles
Toi et moi qui embarquent quittant la terre promise
dont les amours se nouent en un destin fragile
Pour ce drôle de navire qui fut notre refuge
oú nos corps bousculés se croyaient immortels
nous attendant au pire, affrontant les déluges

Je te quitte

Pour les subtiles nuances de nos doutes éclairés
Le serment de nos coeurs et nos routes bohémiennes
Pour nos belles divergences et nos complexités
Pour l'infini bonheur de ta peau sur la mienne
Pour toutes nos expériences savamment excitées
Nos fumés et nos cames, nos jeux électrisants
Pour notre adolescence qu'ensemble on a quitté
Pour l'homme et pour la femme que nous sommes à présent

Je te quitte

Pour nos puissantes querelles qui nous brûlèrent les ailes
Nos tendresses officielles et nos fuites instinctives

Pour ces instants mortels de vrai bonheur, bordel !
A contempler le ciel claquant d'étoiles furtives
Pour ce grand firmament patiemment dessiné
Et pour ce ciel vivant où nous nous sommes planqués
Pour les nombreux tourments si souvant contournés
Et pour tous les suivants où tu vas me manquer

Je te quitte
Je te quitte

[Suena: De toi à moi II - Olivia Ruiz]

sábado, 26 de mayo de 2007

"Always Coca-Cola"

"Always look on the bright side of life". Lo intento, me lo repito y pongo en práctica delante de Los caballeros de la mesa cuadrara. Y sin embargo no lo consigo.

La lluvia volvió a Bruselas de golpe. La despedida, esta vez definitiva, de Nick y Andrew (al menos no tan fría, rallando lo absurdo-ridículo, como la de la finlandesa), que nos pilló de sopetón (para ciertas cosas nunca se está lo suficientemente preparado), el reencuentro con Joanna después de aquella desgracia familiar... La vida sigue, la vida pasa, "jusqu'ici, tout va bien", que dirían en La Haine de Mathieu Kassovitz. Recuerden que lo que cuenta no es la caída, sino el aterrizaje.

Al reincorporarme el jueves a la actividad bruselense fui a parar al hostal del que siempre había oído hablar, pero que en diez meses nunca había visitado, el Van Gogh. Una luz amarillo tenue en el bar, mesitas bajas de madera y sillones, una barra con un camarero de buen ver, y una pequeña terraza encantadora para noches de verano o para fumadores todo el año. No me puedo creer que a estas alturas haya encontrado otro rincón del buen karma, como puedan ser las escaleras del Botanique al atardecer
Image Hosted by ImageShack.us o el mirador del Palais de Justice [a tiempo real: relámpago y tremendo trueno afuera. Me sé de una que vuelve hoy empapada]. El caso es que lo pasamos bien entre la alianza de la docencia belga con la gris Polonia (lo de "bien" es un decir en este ejemplo concreto), Dominik y Mulholland Drive, el holandés insoportable de la chapa de "perro perdido" al cuello, las conversaciones con Andrés, la comunidad ostracista española (igual: ¿cómo en diez meses no me crucé con la mitad de ellos?) afincada en la residencia de Liz y Helena (que, por cierto, se marcha el viernes...). [A tiempo real: aguacero de los de hacer historia. Nota mental: ¿por qué aquí llueve, de preferencia, por las noches?]. "Al Oliver ese le diría yo, ¿quieres que sea tu Benji?" "Dile, voy a durar más que cualquier jugada a cámara lenta de esa serie, catapulta infernal incluida". Glub. Luego va Laura y nos hace el teleñeco, ¿y cómo pretendes que no pueda parar de llorar de la risa?

El viernes terminaron las clases, y en el De Ultleme Hallucinatie (edificio art nouveau de color verde) la VLEKHO preparó una fiesta que se continuaría, como obliga la tradición, en Den Bisnis. Sin embargo, la Rue Royale tenía reservaba otros planes: celebrar el 23 cumpleaños de la canariona Arminda con globos, paella, empanada casera y mojirinhas en cantidades industriales en mi humilde morada. Entre los
tonka pen del señor Tonry y la poca modestia del nuevo americano (de padre francés), Alex, los allí congregados fueron retirándose a sus aposentos con cuentagotas, hasta que, llegados a un punto decisivo de la noche, Julia, Andrés y yo misma, rechazamos Mirano para comprar Bacardi Breezer en la night shop (la idea era seguir con el concepto de "ron blanco", por lo que pudiera pasar. La clave, EVITAR la petaca de Smirnoff, no está de más prevenir) para refugiarnos en la Rue des Palais, o Burdelstraat para los (más que) amigos, escuchando Albert Pla, y David Bowie, y franchutadas del estilo Cali o Noir Désir. Realmente, Julien lo vale. ¿Quién sino un genio iba a atreverse con éxito a transformar una canción a-pestosa como "Moi, Lolita" de Alizée en la actuación más brillante jamás conocida en un programa del género de la Nouvelle Star? Si me he enganchado a esta emisión, es por ese hombre. Sin mencionar la horquilla que se coloca con tanta gracia para sujetarse el pelo, y que me vuelve loca. Una prueba más de cómo un elemento tradicionalmente restringido al uso femenino -como la raya de ojos- puede revolucionarme tanto aplicado a ciertos ejemplares del género masculino.

Pero lo que más recuerdo de la noche de ayer no fueron las horas intempestivas, sino la ternura y la melancolía de que me impregné en su transcurso. Esto se me está acabando. Es un hecho. Sabía que llegaría... y no me veo con fuerzas de regresar. Me marcharé la última, precisamente por eso estoy más condenada que nadie a sufrir de forma prolongada cómo me van arrancando a cada personita que he conocido. Se irán yendo todos, mientras yo los miro. No vale de mucho hacer balance, teniendo en cuenta que esto conduciría a elaborar una relación de cómo podrías haberlo hecho para exprimirlo más, para al final dejar un saldo positivo aún más abultado. Digo que es absurdo porque las cosas pasan como pasan, como te pide el cuerpo, vives sin un plan en mente, y te dejas llevar, y eso está bien. Si algo tengo claro es que, lo hagas como lo hagas, siempre te quedará la sensación, aunque sea ínfima y la encierres bajo siete candados, de que tenías que haberte organizado mejor, ir a tal sitio en lugar de tal otro, juntarte con aquella gente, porque todo tiene un por qué, o tal vez no. De todos modos, no existe el botón de rebobinado. Respiro las últimas bocanadas de mi periplo belga y me duele, pero no me pidas que deje de respirar, ni que aminore el ritmo para condurarlo, realismo en vena, no voy a aprender hoy a dosificarme la adrenalina y la pena en un último mes fatal. Es como caminar hacia la luz al final del túnel, o sentirte preso esperando la pena capital. Sabes que se acerca, y sigues con la desfachatez de despertarte por las mañanas con la misma cara, ajena, como si no fuera contigo, cegada por la desesperación o por la pereza. "All good things must come to an end".

Él dijo que se compró una última cerveza en Lille. Sabía que esa sería la última, decidió que no habría más, que era la elegida. Por eso quizás no dejó a su paladar degustarla: no se atrevía a admitir que cuando la última gota abandonara la copa, despertaría del sueño. No se atrevió a tocarla porque así le quedaría algo que volver a buscar en otro momento, dios sabe cuándo. Y la impecable cerveza quedó allí, especialmente en el lóbulo del recuerdo. Como quien tira una moneda a la Fontana di Trevi para regresar a Roma, y por narices acaba volviendo. Ahora entrelaza sus manos con otras personas, bebe otras cervezas, prepara otro guisante u otro guijarro para que el Manneken Pis lo custodie. La vida sigue su curso, hasta ahí todo va bien.

Me queda ella, la que se ha bebido "¡una cocacola en el edificio de Coca-Cola!", la próxima ayudante en la creación del catálogo virtual del Benelux. Aunque no vayan a curarnos
"la adicción a la morfina, dolores estomacales, neurastenia, dolores de cabeza o impotencia", le doy las gracias, señor Pemberton, por darme a alguien con quien seguir montando "cadenas de rodaje" y viendo películas de "Gael García Márquez".

Viejos complejos sin fórmulas mágicas,
y una base terminológica de 50 palabros bursátiles.


[Suena: Christina - Anaïs]

viernes, 25 de mayo de 2007

Hora y media

Marie-Camille lo anunció con su ropa de verano ayer por la tarde en St Germain en Laye, "tengo tantas ganas de que llegue el calor, que voy a acabar por atraerlo". Su top de tirantes floreado (sacando lo más colorido de un panorama gris, o negro, redecorando su vida, quizás de manera inconsciente, dándose brillo como las contadas ocasiones en que me pongo carmín rojo en los labios -el rojo da fuerza: mira al Liverpool, ejem-) lo confirmaba, y esta mañana, a las 9 en Versailles Chantiers, me he acordado de ella sin más remedio. Calor propio de, si cabe, una primavera de Sevilla, o de Cádiz, pero no del norte de Francia, narices, un poco de seriedad. Al tomar el tren (ventanas abiertas, gracias), abandoné el iPod a su suerte, y sin querer me puse a leer el cartel con que topó mi vista: "Más le vale no colarse, si no deberá pagar una multa por mal ciudadano". Dado que atraigo en estos últimos tiempos a todos los revisores del transporte público (cualquiera que sea el país. ¿Será capaz Berlín de un conflicto diplomático con Madrid con tal de lograr que les abonemos la dichosa multa?), unos 20 segundos más tarde aparecieron cinco acicalados operarios de la SNCF. Mostré mi billete con una sonrisa, y acto seguido hice un viaje astral hasta las mañanas laborables en Noisy le Roi (al sudoeste de París, departamento de Yvelines, Ile de France), ver Dora L'exploratrice (la cita ineludible a las 7AM, mi debilidad es esa mochila adorable que canta Image Hosted by ImageShack.us y sus muletillas en franglés), dar de comer al gato, dejar que algún mosquito trompetero se alimente de ti en el jardín, comer una galette (o crep salado)... He concluido que darse a la vida contemplativa no es comparable a cruzar París de punta a punta con las legañas todavía pegadas al lagrimal (de Versailles Chantiers a Gare du Nord).

El tren era de los antiguos, bastante más que los más viejos Cercanías de Madrid, algo nuevo para mí puesto que, normalmente, los que van directos a Montparnasse son de dos pisos y modernos. A medida que arrastraba la mini-maleta, el portátil y el maxi-bolso, la porción de tarta de myrtilles (arándanos) me pesaba en el estómago. Hacer el trasbordo de Montparnasse hasta la línea 4 dirección Porte de Clignancourt puede convertirse en misión imposible en hora punta, o si eliges la cinta transportadora equivocada (la hay a 3km/h y a 9km/h; con lo palurda que soy, me abstengo de tomar la segunda no sea que lo pague con una dosis de ridículo y encima tengan que cerrarla, como cuando aquella mujer embarazada -y apresurada- se cayó. Ambas pueden verse en el film Paris, Je T'aime, el pasaje con Catalina Sandino en "Loin du 16ème"), o si rozas el gemelo de una tocapelotas con la maleta y te pone cara de seta ("champiñón ahumado", que diría Berta). A menudo sigo preguntándome, ¿fueron los prejuicios los que me llevaron a aprovechar cualquier pequeño gesto para afirmar que los parisinos son unos estirados, o realmente me han dado motivos? ¿Qué fue antes, el huevo, o la gallina? ¿Qué condicionó el qué? Entre Cité y Chatêlet, una señora casi me pidió perdón por hacerme desplazar mi bolso un cm y permitir que se sentara a mi lado.
Casualmente, era asiática.

Y los meses siguen pasando, con sigilo y con prisa, a caballo entre París y Bruselas, en trenes de Thalys, hora y media, clase turista, vagón 8 (casi siempre), Ticketless, Cybelys, Salon Grand Voyageur. Despedidas breves, pues breve será la espera hasta volver a vernos. Nada o poco queda de los dramas en los aeropuertos, del vacío, del terror a partir. Será por eso que la tensión en los rostros de la gente es más tangible en estos últimos que en las estaciones de tren, porque el avión es más caro, porque se coge menos con lo que ello implica, a saber. Quienes se dicen adiós o se reencuentran mueren en ello en una T-4, no lo hacen con la misma intensidad según el medio de transporte implicado (que suele representar la distancia, directamente proporcional a la desesperación que los separará hasta el próximo renacer), igualito es llamar que levantarse a abrir.

Me niego a pensar en octubres, en lastminute.com, en volver a una relación de pareja anormal. Adopto la filosofía de "la cuna matata" (versión Julien en modo "arruinaba las fiestas familiares golpeándome en la cabeza y quedando inconsciente hasta urgencias")... y ni siquiera me importaría ser el tercer michelín de la piscina de Seb.

Bendito Erasmo de Rotterdam.



19, you're only 19, for god's sake!
You don't need a boyfriend...
Another drama by the kitchen sink tonight,
You said you'd cut yourself whilst washing up the knives,
Another week off school won't do you any good,
And I know how it feels to be your age.
You know I'm not so young, I spend an hour getting ready every day,
And still I end up looking more or less the same,
But I could show you, a thing or two.
Oh, how I'd love to feel a girl your age...
Once and never again


[Suena: Once and Never Again - The Long Blondes]

jueves, 24 de mayo de 2007

In a fortnight's time...

...harán magia para mí en la oscuridad de una sala, y para ella, y para ella, y para él. Sin motivo, durante la canción de "Slow" de Showstar (belgas cuyo directo supera con creces al sonido del álbum), caí en la cuenta de cómo crear una melodía es prácticamente mágico. Es más que una suma; podría decirse que de pronto apareciera de ninguna parte, ese todo indivisible que una inteligencia superior hubiera soplado al aire y dejado suspendido hasta que las notas deciden extinguirse motu proprio. Si te concentras, Image Hosted by ImageShack.us puedes desanudarlo y distinguir los raíles de cada instrumento, lo cual carece de sentido de no ser que se pretenda intentar reproducirlo. Lo suyo es dejarse embargar, con la mente en blanco, en modo síntesis. Que el bajo se aparee con la guitarra, que la batería gruña intercalándose en los compases... El efecto es casi tan fascinante como una actuación en el bar de Le Botanique, el domingo pasado, mientras Jul me ayudaba con una traducción de L'acacia de Claude Simon al castellano. Dos mesas más al fondo, una productora entrevistaba a jóvenes directores/guionistas sobre sus cortos/largometrajes? en proyecto. Instrumentos de percusión que no había visto hasta la fecha comenzaron, uno por uno, a marcar un ritmo respectivamente. Se iban uniendo uno por uno al amalgama, sin desentonar pero no obstante improvisando; el saxo empezó a deleitarnos... y el último invitado a la charla multicultural fue una voz potente en un cántico francés con acento africano.
Sospecho que es a eso a lo que llaman jazz fusión.

...no tendremos que emular más a Pablo... Image Hosted by ImageShack.us podremos vivirlo en directo.
Vibrar con una dedicatoria de "Sandblasted and Set Free" (¿por qué no hay aquí comillas latinas? ¡Discriminación!), llorar con "Parisian Skies" ("Nosebleed" y "Books from Boxes" no quedaron marcadas por el sagrado dedo de Colón, se siente), que además vendrá que ni pintada, pues la cita con la clave de sol es el 8 de junio en Le Bataclan, París.
Image Hosted by ImageShack.us Me divierte pensar que el señor Smith estuviera en un coche cama al tiempo que una servidora. Nada de literatura barata, poesía moderna en lengua de Shakespeare, en toda regla. También me divierte, o más bien me desconcierta, el movimiento fan groupie (¿son sinónimos?) quinceañero acérrimo que ha despertado, siendo mayorcito, no especialmente agraciado, el muchacho, habiendo emergido desde la escena alternativa, maduro y modesto (luego se ríen de mí cuando digo que es grande por su personalidad). Odio cuando mis gustos se hacen populares. Me gustaba jugar a sentirme especial. Egoísta. Por querer compartir sólo con quien va a apreciarlo con cabeza, y no con el sistema endocrino.


In a fortnight's time
You will be mine
I'll catch your eye



[Suena: In a Fortnight's Time - Maxïmo Park]

miércoles, 23 de mayo de 2007

Porque sí

Ya está. Hecho. Otro juguete que acabaré abandonando en una cuneta, aparcado, en el paraíso de las bolas del desierto (sí, de esas plantas rodadoras que aparecen en toda peli del género western, cuando los dos vaqueros están a punto de desenfundar), como aquel Gogo (perrito a pilas) que tantos quebraderos de cabeza dio a mis progenitores al agotarse en todos los grandes almacenes unas navidades, y que yo, pequeña pero rematadamente puñetera, guardé en el armario aproximadamente el 7 de enero.

No es que nadie me haya puesto una pistola en la sien, ni muchísimo menos. Pero caray, a raíz de trabajar en la traducción del libro de An De Jonghe Social Networks Around the World, una servidora comienza a tomar conciencia, aterrorizada, de cómo el Web 2.0. cambia nuestra vida diaria, o directamente se apodera de ella, ¡sin que muchos lleguen a darse ni cuenta...! Como Julia comentó, un día nos resetean Internet y nos quedamos en bragas; ni fotos, ni direcciones de contactos, ni recuerdos. Aunque, reconozcámoslo, no vamos a empezar con una sarta de mentiras desde la primera entrada: nadie crea un blog para hacer un estudio sociológico. ¿Acaso la tentación de exhibirse desde un cómodo anonimato no es ya sobradamente atractiva? ¿El placer de dejar que los dedos aporreen las teclas hasta que los malos espíritus del día abandonen tu ser, sin nadie que juzgue, que conozca, que inhiba?

Nunca fui buena para los diarios. Ni si quiera para los "semanarios". Pasé por las fases de papel con escaso éxito, dejando tres o cuatro cuadernitos (de aquellos con motivos de Disney en la portada) a medio empezar, entre los 7 y los 11 años. En los turbulentos tiempos de la adolescencia, la tendencia fue más bien la de la cuasi-escritura automática en folios, servilletas, pañuelos de papel y derivados, cuando quiera que el arrebato artístico o de rabia contenida así lo reclamaran. Porque solía suceder que, la mayoría de las veces, no era la musa quien me llamaba, sino más bien la necesidad de catarsis. Escribir en los malos momentos, para relajarme, para comprenderme, para ver hacia adónde tiramos. Es un hecho probado y comprobado que, cuando te sientes bien, lo que te apetece es aprovecharlo, prolongarlo al máximo, y no desperdiciar un solo minuto plasmándolo en lo que quiera que sea:

-¿Quieres casarte conmigo?
-¡Ay! ¡Qué emoción! Espera cariño, que me estás haciendo tan feliz que tengo que sacar la libretita...

Así, no.

Sin embargo, la catarsis no es el único buen motivo. En otros canales me descubrí releyendo experiencias, mi yo de hace unos años, blablabla, lo que pasó el día tal del mes tal de tal año, blablabla, cualquier pensamiento fugaz, libre. No tiene precio, puedo asegurarlo. Cómo cambiamos todos, ¿eh? Escribir no ya por necesidad, por hedonismo, por narcisismo... Escribir porque sí. Como ejercicio sano y porque lo estaba echando de menos. Fati me lo recordó y las dos Skb abrieron la veda. Ahora es demasiado tarde, pequeños drugos.

Bienvenidos.

[Suena: Tiptoe - Marlango]