lunes, 17 de septiembre de 2007

"Former neobruxelloise"

Ya está. Me despedí con "Maps" en mi cabeza (como la noche de un año atrás) y no lloré (porque fuera me esperaban). No tuve tiempo de despedirme en condiciones; todo fue tan precipitado que lo único que se me ocurrió fue abrir uno de mis ventanales estilo londinense y mirar a ambos lados, para despedirme simbólicamente del edificio terminado que en septiembre de 2006 conocimos con los cimientos al aire. Tampoco lloré cuando me despedí de Jul: me obligué a imaginar que nos veríamos al día siguiente, o en una semana, como hemos estado haciendo otras veces. En definitiva, todo fue frío, como las paredes vacías. Poco antes, dejé las últimas cajas de bártulos en herencia a Marina, nueva inquilina sevillana del B.4.4, con utensilios de cocina, rotuladores, detergente, perchas... Desde la ventana de la belga rubia que hace esquina, Arnie me vio y se paró un momento con los ojos como platos, como quien ve un fantasma y necesita un par de segundos para reaccionar. "¿Qué narices hará ésta todavía aquí?", debió de preguntarse, pero sencillamente sonrió y saludó con un gesto de la cabeza, acompañada por su inconfundible cresta, o viceversa. No me despedí.

Adiós al título de "la neobruselense", ya es oficial. Ahora podré ser "remadrileña", o algo que me invente sobre la marcha.

Lo último que hice en Bruselas fue acudir a mi mirador, mi rincón favorito. Cumplí mi deseo de llevar allí a Julien, es curioso, en mi último anochecer. Filosofamos y le recordé cuando soñábamos con probar dos cervezas diferentes al día -así casi llegaríamos a las 2004 de la Delirium-, como con tantas otras cosas. Si se nos han roto demasiados cántaros de leche es culpa nuestra, por llenarlos.




Y a mí se me empañan las pestañas.


[Suena: Exitlude - The Killers]