martes, 26 de agosto de 2008

Gante

Fin de semana de agosto = escapada (únicas y merecidas vacaciones) a Bélgica para romper con la rutina de International SOS.
Breve, brevísimo. Gente amabilísima por la calle que nos ayudó a encontrar el hotel y cómo llegar por las calles apropiadas (el callejero en Gante no está trazado con mucha lógica). Amo Bélgica.
Cena en un restaurante griego estupendo, almuerzo con Bram y Ana, una delicia compartir un par de horas con ellos un año después de habernos despedido en el post-Ulysses. Ellos, a Ámsterdam a visitar a una amiga; yo, a mostrar a Jul lo poquito que conozco de Gante.


El hotel estaba en pleno centro y no fue demasiado caro. El cuarto de baño doble de grande que la habitación, la entrada desde la calle un poco extraña, el interior un tanto kitsch, pero los dueños eran simpáticos y la cafetería y el desayuno muy agradables. Los asientos muy cómodos, gracias (las tiendas de diseño y decoración en Bélgica ofrecen más tipos de sillas que Ámsterdam de marihuana).

Unas cuantas compras y visita fugaz, en coche, a la Rue Royale (el edificio que hace esquina con Botanique está completamente acabado y en funcionamiento; pertenece a Dexia para no variar. Han abierto un GB a 100m de mi antigua casa. Mierda). Una asunto pendiente: alquilar una barca de remos en el lago de Woluwe. Patitos. Vuelta al aeropuerto de Charleroi. Despedida.
Sí, chispeó. Pero que conste que un rato brilló el sol. Tenemos pruebas.

domingo, 10 de agosto de 2008

¡Ven al Parque!


Un minuto de silencio por una piedra angular de mi infancia pulverizada en mil pedazos.
Nada es lo que era. ¿Cómo se ha llegado a esto?

lunes, 4 de agosto de 2008

H31 / 78 (muerte a CDG)


"El desenfreno, abierto todo el verano"
Dos horas y media de retraso a la ida; cinco horas y media a la vuelta.
"Vueling on time!", decía la etiqueta de mi equipaje de mano. Gracias a ciprofluxacino, valeriana y a un extraño encantador, fui paliando la espera infernal.

Adoro la fraternidad humana ante un mal común, a los extraños encantadores que rondan la treintena y los encuentros en el limbo de los aeropuertos. Qué atmósfera tannnn rara.

(Disfruta de Madrid, Mathias.)