viernes, 10 de julio de 2009

Infancia

18/02/07

Un día de invierno a 15ºC. El sol brilla. Ni una sola nube en el cielo. De espaldas a los rayos de sol poniente que vagamente calienta, el azul intenso y el fresco sin frío, estimulante, agradable, me recuerda a las Semanas Santas en Santiago de la Ribera, pese a que debo reinventar solo con el sentido de la vista la suave fragancia de las arizónicas que rodean el jardín. Las de Noisy son inodoras e insípidas.

Me falta el perfume de los naranjos del patio, y pasar la mano por la hierbabuena que crecía junto a la verja negra; abrir la tapa dela llave de paso de la manguera, y sacar uno o dos caracoles y jugar a esconderles los cuernos, lo quieran o no. Ver a JC cazando hormigas con sus deditos minúsculos y llevárselas a la boca como si de un bocado de cinco tenedores se tratara. El olor del jazmín en una noche con pizza de La Cabaña en la tripa. Con la masa fina, fina.

Me falta tocar la arena caliente.
El sonido de las olas en una tarde en Las Palmeras, después de saltar olas y tragar salitre a mansalva, y degustar un melocotón para compensar (previamente pelado y precortado por un progenitor, para hacer más comodo el trance) o unas patatitas de El Pilar de la Horadada. Bucear en busca de caballitos de mar es tan agotador.

Adoro los días descolocados, como el de hoy, que se han equivocado de estación. Las tormentas de verano en Tordelpalo con chaquetita de punto para saltar a la comba en el corral por la noche. Los despejados que dan tregua a las heladas y la sempiterna lluvia de febrero en franchuladia.

Al fin y al cabo, supongo que no sorprendo a nadie y sigo respondiendo al patrón del gusto por lo diferente. La empatía instantánea con la oveja negra, con el vanguardista incomprendido, con el amor que debió ser pero acabó en fracaso. The out-of-the-ordinary. Defensora de pleitos pobres. Repeler la mediocridad es la más dulce de mis manías compulsivas. Y en la misma arrogancia de la afirmación me confirmo mediocre.

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Razón aquí.



¿No lo notas? He dado otro estirón emocional. Un paso más cerca de las más altas cotas de la miseria.

On me disait souvent: le passé nous pousse, mais j'étais convaincu que l'avenir me tirait.-
Jean-Paul Sartre