El segundo fin de semana llegó el turno de la basílica de Koekelberg, el particular Sacré-Coeur de Leopoldo I que tan impresionante parece cuando se divisa de lejos desde tantos puntos de la ciudad. De cerca, es impresionantemente fea, qué manía la de tener las iglesias descuidadas en esta ciudad; la única ventaja es que subir a las torres cuesta sólo dos euros y hay ascensor, y las vistas no están mal en comparación con las que hay desde el Atomium, en que no hay más que diminutas ventanitas. Asimismo, hay una modesta exposición que incluye planos de lo que iba a ser la basílica hasta que estalló la Primera Guerra Mundial, con el consecuente recorte drástico de presupuesto que hizo que el ambicioso proyecto inicial acabara en la basura (una verdadera lástima, tenía una pinta estupenda). El ascensor es tan antiguo que pasamos miedo, y todas las paredes estaban firmadas con rotulador en varios idiomas, con lo típico que se escribe en las puertas de los cuartos de baño en los bares, "fulanita quiere a no sé quién", "tonto el que lo lea", "yo estuve aquí". La más antigua databa de 1991, si mal no recuerdo. Las generaciones anteriores debían de ser más respetuosas con los monumentos. Por la tarde, fuimos al Museo del Cómic, glorioso e interesante para los grandes aficionados (no olvidemos que los pitufos, Lucky Luck y Tintín, por nombrar algunos, nacieron de padres belgas), infantil y ligeramente decadente para el resto. Lo que más me gustó fue el cohete de Tintín gigante del vestíbulo, debajo de las escaleras que conducen a un sablazo de 7 euros para nada.
El tercer fin de semana lo consagré a Julien, que regresó el 17 con Bruno de su periplo por los países del Este de Europa (por mucho que ellos digan que son Europa Central): Praga, Viena, Budapest (9 días en Sziget), Varsovia y Cracovia. Sacamos dos conclusiones sencillas y prácticas:
1. NO visite jamás el Museo de la Cerveza que está en la Grand Place, porque es el más caro en su género y consta de una única sala en la que proyectan un vídeo (me sentí estafada, no sé si se nota).
2. SÍ, visite el Museo de África de Tervuren, por la exposición en sí y el edificio que lo alberga, sin olvidar el entorno verde. Instrumentos, herramientas, vestimenta, fauna, historia... una recopilación completa de materiales recogidos en el Congo Belga colonial que no deja indiferente. Hice unas fotos de escarabajos gigantes y personas con elefantiasis... La única pega que encontré es que el 50% de los carteles explicativos están en francés, y el otro 50% en neerlandés (?).
P.D.: A Ana y a mí nos queda menos para no volver a oír de Tomoko Namba, Xochi Birch y Geert Conard, por lo menos hasta que publiquen el libro y compremos 15 ejemplares cada una para regalarlos a la familia. Yo que me quejaba por llamarme "María Dolores"...
[Suena: De Brouckère - Django Reinhardt]
1 comentario:
joder esto si que es grande, debió de estar gestándose nueve meses por lo menos.
te envidio un montón, me encanta hacer de turista incluso en mi ciudad, que en tu caso era bruselas, xk parece que conoces una ciudad pero descubres que no, que al final siempre vas a los mismos sitios. que guay todo.
bueno voy a ver si ha crecido otra cosa por tu blog.
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