miércoles, 18 de julio de 2007

Please come play havoc with me

Esta ciudad engaña cuando la conoces en un día soleado, todo brilla, las terrazas se llenan, te las prometes feliz. Luego llega el invierno, y luego un verano que parece un segundo invierno, y por esa contradicción más los acontecimientos recientes y otra suma de miedos ilógicos -o no tanto- tus fantasmas aprovechan para vapulearte mientras estás desubicada.



Después de los exámenes, recibir a los invitados, y después buscar un trabajo (para ganar dinero para poder ver a Jul y tener un mínimo de vida social el año próximo: bienestar físico y mental), y después volver a la universidad, para decidir si seguir con un máster o unas prácticas cuando esté acabada la carrera, y después lanzarme como un buitre a las ofertas de trabajo para no fracasar. Este es un mundo de competitividad, si te bajas un año del tren, quién te dice que podrás recuperar tu asiento. Echo de menos conversar con Fati, su dialéctica siempre conseguía tener un efecto sedante.

Sentada con Marina e Irene, mientras toman unas frieten, miro el pavimento mojado, y por unos instantes me siento una completa extraña en mi propia ciudad. A veces se me hace tan mía, y otras... no veo más que cemento y adoquines y me pregunto qué hago aquí, sola. He paseado en tantas ocasiones por estas calles, he bajado tantas veces a la compra, he repostado en las sillas de tantos bares... Ahora no veo nada, o sólo veo un reflejo de lo que llevo por dentro: está todo demasiado negro. Ya no sé si puedo salir de la espiral.

Necesito un descanso -de los de verdad-.




[Suena: Pyramid Song - Radiohead]

No hay comentarios: