martes, 17 de junio de 2008

Dos días en La Alcarria


Escalamos la montaña para coger té (trajimos un saco lleno, olía todo el coche) frente al pueblo natal de mi padre, Novella (lo que se ve al fondo es Molina de Aragón, con su fortaleza y su torre). Jul se unía así a la tradición familiar que puebla mis recuerdos de la infancia, donde cada tarde había una tormenta de verano y después de cenar saltábamos a la comba en el corral, con una rebeca (incluso en junio) y la manta dispuesta en la cama.



Recogimos florecillas, escarbamos con las manos, clavamos las uñas en la tierra roja en busca de aragonito, y hasta cazamos lagartijas en el Barranco de la Virgen de la Hoz.


Y aunque Albarracín no es La Alcarria, sino Teruel (su provincia existe), su arquitectura y situación valent le détour.


¿Quién se atreve a negar los efectos terapéuticos del aire limpio y el silencio roto por los cencerros y kikirikís?

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