miércoles, 14 de noviembre de 2007

"Ciao, bella"



Como dijo Karl Lagerfeld, "If you want social justice, be a social worker". No me culpen, son los estrógenos y el consumismo prenavideño que anegan mi torrente sanguíneo y nublan mis sentidos. Aseguro que las magníficas tiendas de segunda mano de Roma no hacen sino inducir a abandonarse en el perfume del glamur decadente, la ostentación y el divismo. No se alarmen, acto seguido abres la cartera con un único billete de 10 euros y el efecto es como el de esa colleja que un poco más y te descoyunta. Habrás pasado de Audrey Hepburn a Lina Morgan en tiempo récord. Por mucho que me enamoraran las prendas, pagar casi más por algo usado que por algo nuevo todavía no encaja en mis esquemas (debe de ser el gen recesivo de mi madre, el de "qué modernidad tan poco pulcra la de pagar por algo que otra señora ha estado desgastando"). En todo caso, para quien tenga un presupuesto más abultado que el mío, o por la sola curiosidad de encontrar botas, bolsos, zapatos y cinturones originalísimos y bolsos y vestidos hasta de los años 60, no puedo dejar de recomendarle que se pase por alguna de estas tiendas:


  • Abiti Usati, Via dell Governo Vecchio 45 (también hay otra en el número 35).
  • La Bohemiènne, Via Cappellari (cerca de Campo di Fiori). En esas dos calles también se encuentran numerosos talleres de artesanía (de vidrio o bisutería, por ejemplo), galerías de arte, tiendas de antigüedades...
Si, como yo, tienes un agujero en el bolsillo que nunca te acuerdas de remendar, en Madrid e incluso en París (sorprendentemente) hay opciones infinitamente más baratas en cuanto a ropa de segunda mano (vestidos, carteras, botas, zapatos... ¡entre 10 y 30 euros!). Si tienes la ocasión de visitar París, aprovecha, pues, la cercanía del Pompidou para echar un vistazo en la Rue St Martin o la Rue Ste Croix de la Bretonnerie (Free'p'Star).

Volviendo al tema de Roma, no pude acordarme más de Pau en el Trastevere (el barrio más castizo y popular de la ciudad), primero por la Fontana dell'acqua Paola, y segundo por una tienda enorme de libros y DVD llamada Libreria dell Cinema, en Via dei Fienaroli. Por esa zona, en un restaurante con menús para turistas, un cartel decía:

"In questo luoco prima di tutto alberga la democrazia e la toleranza".

Muy bien, así me gusta. Y tiramisú casero, por favor. En otro, un poco más lejos:

"We are against the war and the tourist menu. We cook quality, real Italian food for every individual".

Daban ganas de coger una tiza y sugerir "Si me lo cobran al mismo precio, me apunto". Desconfío por defecto de los restaurantes que pretenden conquistar mis inquietudes intelectuales, no mi estómago. Si quiero alimento espiritual, me voy a una tertulia.

Aclarado esto, mis restaurantes predilectos fueron dos:

  • Gallo Matto (en la imagen), Via Cavour. Comida tradicional de la buena, en un local sin lujos pero muy acogedor, con decoración peculiar en las paredes (sillas, máquinas de moler café, máscaras de goma...) y Rita Pavone de fondo. Precios razonables y una dueña campechana.
  • Pontifice, Via Gregorio VII. Muy cerca del Vaticano, siempre está de curas, monjas y estadounidenses (para eso último no tengo explicación), llenando sus copas con Lambrusco. Todo delicioso pero, como en la mayoría de los restaurantes italianos, los cubiertos, el pan y el servicio ¡te los cobran aparte! Suelen ser dos euros más por persona.
No se equivoquen, porque no todo fue placer culinario y consumista. También hubo lugar para el gozo estético puro disfrutando del interior del Coliseo, el Palatino y el Foro romano, los Foros Imperiales, el Foro de Augusto, el Teatro Marcello... Roma es un museo al aire libre, no todos los días tropiezas a cada paso con columnas y restos arqueólogicos de miles de años (o renacentistas de dejar con la boca abierta). ¿Acaso no es eso lo que la hace única? Eso, y las ganas que te da de comprarte una vespa, montar una heladería y exterminar a los engominados metrosexuales de rayos uva y sus novias uniformes.



[Suena: La partita di pallone - Rita Pavone]

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