lunes, 4 de febrero de 2008

Jinx

Hay días que vienen gafados, con sorpresita (Sometimes, days just disappoint, que diría nuestro queridísimo P.S.), como cuando te sirven una sopa con un pelo largo y morenote: aunque consigas rescatarlo haciendo pinza sumergiendo los dedazos, sabe dios que esa sopa ya no te la tomas ni con sonda.

Llevaba cinco noches durmiendo a trompicones y con sueños que ni de cuadro esquizofrénico de Betty, la directora de marketing de Ulysses (ver foto exclusiva), y sin que la pasiflora lograra apaciguarme como antaño (ni triplicando la dosis diara recomendada. Mis nervios se me han vuelto resistentes y más barrocos que la media), luego en tal contexto sin par los presagios no eran precisamente buenos. Pero lo que llamó poderosamente mi atención, indicándome que el día se torcía del todo, fue el episodio de la rata. Érase una pobre ratita que salió de nadie sabe dónde, correteó entre los pies de quienes esperaban el autobús, provocando el pánico a su paso y alguna que otra exclamación ahogada. Con tanta gente moviéndose en todas direcciones tratando de evitarla, la inofensiva ratita se chocó contra varios puntos de la marquesina, conque la desorientación y la conmoción de los golpes la llevaron a cruzar la carretera sin aminorar la marcha. Un coche pasó por su lado y se mascó la tragedia. Todos los viandantes, sin excepción, seguíamos con ojos atentos su trayectoria. Un segundo después, una rueda aplastaba su cuerpo contra el asfalto. No le dio tiempo ni a estirar la pata. Quedó completamente inerte y creí oír un "ohhh..." entonado al unísono. El asco se tornó en lástima. Sin darnos cuenta, ese animal portador de a saber cuántas infecciones nos había caído en gracia. Y cada uno tomó su bus.

La muerte de la rata fue la señal, como una columna de humo negro que los caníbales hacen elevarse hasta el cielo antes de salir de caza, y tú la avistas de lejos sin saber cuál es exactamente el número de caníbales que te acecha ni cuándo llegarán hasta tu posición. Hoy se me iban a zampar entera. Pero ¿qué? ¿Cuándo?

1. Examen de Interpretación Simultánea I Francés: de las 9AM a las 10:30AM la profesora lucha por conseguir que el equipo "funcione". Empieza el discurso y el audio de las televisiones de fuera se acopla con los cascos hasta el punto de no entenderse nada. ¿¿No se suponía que las cabinas estaban insonorizadas??. Resultado: interpretación desastrosa. La peor del semestre con diferencia. Ganas de liarme a puñetazo limpio con alguien/algo. Más bien con el aparato de la imagen.

2. Café con leche y tostada para pasar el mal trago. Saco los apuntes de Japonés III para repasar el siguiente examen, a las 12:30. Derramo todo el café en los apuntes y mi vaquero. Estoy empapada, y por lo tanto incómoda, y por lo tanto cabreada. ¿Los apuntes? Irrecuperables. Si esto no era una señal de "no te va a servir ni un carajo repasar ahora", entonces Marianne Faithful es la reencarnación de Santa Teresa de Jesús.

3. Examen de Japonés III. Hay kanji que no he visto en mi vida. Frases que no sabría construir ni en castellano. Y encima cae el único cuento que tradujeron cuando yo falté. Puto Elf. Parece el momento de preguntarse, ¿quién me mandó a mí cogerme esta optativa? ¿Cómo pretendo hacerme entender allí en marzo?


Por la tarde he recurrido a mis bastiones de recogimiento y recuperación anti-bloqueo: SuperMerily, frapuccino& muffin galore. El Starbuck's está repleto de guiris y a prueba de gafes. Garantizado.



[Me sonó a: Just Like A Woman - Bob Dylan]

1 comentario:

M dijo...

Caray, Lola, incluso contando tus desventuras has hecho que me muera de envidia.

1. Porque estás estudiando la carrera que me dejó una espinita clavada... me pillaba demasiado lejos y la cobardía lingüística me frenó en el último momento. Ays

2. Y, sobre todo, porque te vas a Japón, so so... so afortunada! Madre mía qué verde estoy, ya nos contarás por aquí qué tal fue todo.

(Y espero que lo del examen y el café derramado se pudiese arreglar al final)

Por cierto, muchísimas gracias por el ramo de margaritas

Muak!